


Como si se tratara del mismísimo monstruo del pantano (foto 1), el equipo 1 (USA) sale del agua en la oscuridad de la noche dirección al check point 9, llevan más de 30 horas nadando y corriendo, saltando de isla en isla en el archipiélago sueco. Todavía no lo saben, pero están a punto de abandonar la @OneWaterRace. Agazapado en la orilla, espero a mi presa, estaba claro que allí habría una foto potente, “¡Mierda! ¿Por qué no te trajiste la cámara de sacar fotos por la noche? “, me maldije.
El equipo 1 se reúne en el check point para discutir la próxima ruta. Mientras tanto, a la orilla está llegando el equipo 5 (foto 2), formado por una pareja de Uruguay y un brasileño, “!Madre mía, qué vienen sin luces!” rumio con asombro.
Ya sentados en el checkpoint, los dos equipos reflexionan de forma independiente la situación de la carrera. “Esto ya no está siendo divertido” dice uno de los miembros del conjunto de US. Ese comentario fue suficiente para desatar lo que ya sabían de forma inconsciente, pero que nadie se había atrevido a verbalizar, “abandonamos”. La encargada de la logística del equipo, rompe a llorar, “podría estar llorando por días” solloza (foto 3). El equipo se solidariza y se funden en un abrazo que mezcla tristeza, frustración, enojo, liberación… pero sobre todo apoyo. Es que la OWR es ante todo una prueba de superación en equipo. Por otro lado, el equipo latino está decidido a continuar, ellos no lo saben todavía pero también abandonarán la #OneWaterRace. De los 7 equipos que empezaron la carrera, solo 3 la completaron.







Cuando Ingrid Hedman (periodista) me ofreció acompañarla como fotógrafo en este evento, no tenía ni idea de que se trababa realmente. Ese mismo día, a primera hora de la mañana, nos venían a buscar al muelle. De repente, me vi subiendo al Briggen Tre Kronor (Foto 4 y 5),”! Esto promete!”, pensé. El ambiente en cubierta es espectacular, se respira pasión, nerviosismo y alegría (diría que soy el único NO sueco en el barco, se me hincha un poco el ego, y valoro mi suerte).
Desde esta nave nodriza se controla toda la carrera: logística, seguridad, seguimiento de los medios… En breve nos proponen tomar una de las lanchas para hacer un seguimiento más de cerca de uno de los equipos que está en la zona. Así es como nos subimos en el barco de apoyo logístico del equipo 3 (Oregón, USA). Abordo, hay tres personas: el piloto, una persona que hace seguimiento para medios y Jason, que lleva el apoyo logístico del equipo americano (una leyenda en este tipo eventos). El ambiente es distendido y risueño, Jason nos cuenta con ese estilo eléctrico que le caracteriza las vicisitudes de este tipo de carreras (foto 6) “el dolor es solo otra sensación más en la vida” comenta. A medida que nos aproximamos a la orilla el ambiente se tensa, el equipo está a punto de salir del agua y Jason prepara cuidadosamente el avituallamiento, es consciente que su papel es tan importante como el de los atletas que nadan y corren. Los miembros del equipo salen del agua aprovechando un muelle cercano. Jason, como si de mamá pájaro se tratase, alimenta a sus polluelos (foto 7). El equipo continúa a pie su ruta mientras Jason los anima desde la lejanía (foto 8 ), nosotros regresamos al Briggen Tre Kronor. En el barco la tripulación aprovecha los breves momentos de descanso para darse una ducha en cubierta o simplemente descansar, algunos no han dormido nada en las últimas 24 horas (Foto 9).
La próxima parada es ir con Thomas Ogander (fundador de la carrera) al check point 9 y esperar la llegada de diversos equipos para entregarles el siguiente mapa (foto 10). Aprovechamos para hablar con él y entender que la OWR es un evento sin ánimo de lucro que pone el foco en los problemas medioambientales. Nos cuenta como de pequeño iban de isla a isla nadando, utilizando solo su cuerpo. Descubro con asombro que en Suecia existe una ley llamada Allemansrätten: el libre acceso a la naturaleza en Suecia. En esencia, eso es lo que para mí define a la OWR: el respeto, cuidado y disfrute de la maravilla que nos rodea, el archipiélago sueco.







Unas horas después divisamos un equipo a lo lejos, están a punto de salir del agua, se trata nuevamente del equipo 3 de Oregón, a trompicones consiguen salir del agua (foto 11), tienen que dirigirse al centro de la isla donde está el check point con el mapa que les indicará la siguiente parada, para ello se ven obligados a cruzar un conjunto arbustos “¿Quién va primero y quita las telarañas?”, pregunta uno de sus miembros (foto 12), me veo tentado a decirles “chicos, por ahí no, hay un camino más fácil si van por la orilla”, decido callar, al fin y al cabo es su carrera. Ya en el check point, toca reponer fuerzas y revisar la ruta (fotos 13, 14 y 15). Justo antes de salir, uno de los miembros se da cuenta de que no sabe donde ha puesto las gafas para nadar, “siempre se puede añadir más drama al drama”, reflexiono. Mientras las busca, los otros componentes se abrazan para combatir el frío (foto 16). Finalmente, encuentran las gafas y se lanzan al agua rumbo al siguiente check point, no lo saben todavía, pero también abandonarán la #OneWaterRace.
Thanks a million to Ingrid Hedman and Thomas Ogander for letting me be part of this amazing event (foto 17).